Estaría mintiendo si digo que después de 5 años de estudiar artes no he cambiado un poco, y no solo por el paso del tiempo, la facultad ha permeado en mí, de una forma tan gradual que ni siquiera me di cuenta. Me gusta pensar que me ha moldeado en la misma medida que lo intenté con el barro, pero igual sería mentira. Aún así una de las actividades que más disfruté aprender y sigo haciéndolo es la de hacer moldes. Todo el proceso como cualquiera, es como un ritual que se adapta a las necesidades y circunstancias que requiere la pieza original.
Como la pieza en la imagen de arriba, el original estaba hecho de barro, y posteriormente fue recubierto con una capa de yeso, la cual una vez que fraguó, es decir se solidificó, se le sacó el barro ( eso es algo fácil por que el yeso absorbe la humedad que tiene) y se obtuvo un molde para un solo vaciado.
Lo recomendable después sería dejar que el yeso fragüe por completo, una vez que esto sucede es posible verter, en este caso una mezcla de cemento blanco y marmolina por el espacio que deja la base del original como se puede apreciar en la imagen anterior. También se puede humedecer el molde para que no fragüe tan rápido y evitar que se produzcan grietas en la pieza final , además de revolver el cemento o sacudir levemente el molde para eliminar las burbujas de aire y no queden pequeños huecos en el vaciado.
Cuando haya fraguado, se rompe con mucho cuidado el yeso y se obtiene la versión de cemento del original de barro, ya después depende del acabado que se esté buscando, en este caso opté por pasar unas cuantas lijas para sellar la pieza y se viera liso.Ahora, después de 5 años, creo que romperé el molde a ver que sale.
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